Celebremos el día de escribir una carta con emoción y nostalgia.

Explora la belleza perdida de las cartas.

Hola, queridos lectores. Aquí estoy, disfrutando de mi desayuno con churros y chocolate, acompañada de Pepe. Hoy, mientras nos sumergíamos en el placer de este manjar, surgió una conversación tan encantadora como nuestro desayuno. Recordando viejos tiempos, le comenté a Pepe la noticia de que el 7 de febrero es "el día de escribir una carta a un amigo".
La belleza de las palabras manuscritas



Recuerdo la emoción que sentíamos en nuestra juventud al escribir cartas, una costumbre que parecía un rito de iniciación. Pasábamos horas seleccionando las palabras adecuadas, consultando diccionarios para perfeccionar ortografía y gramática. Pepe me dedicaba sus cartas con una maestría literaria, llenándolas de palabras bonitas y poesías. La alegría de recibir una respuesta era comparable a la emoción de abrir regalos en Navidad.
En estos tiempos digitales, donde la rapidez y la inmediatez dominan, las cartas escritas a mano han quedado en segundo plano. ¿Quién tiene tiempo para sellos y sobres cuando se puede enviar un mensaje instantáneo? Y ni hablar de los emojis, esas caritas digitales que intentan emular emociones reales.
Pero, queridos lectores, les insto a revivir la magia de escribir una carta. Despeguémonos de nuestras pantallas, tomemos papel y lápiz, y transmitamos nuestros sentimientos de una manera que va más allá de la comunicación instantánea. Recordemos la emoción de recibir una carta, la espera ansiosa por descubrir las palabras cuidadosamente seleccionadas por alguien que nos aprecia.
Mensajes que surcan distancias.

Escribir una carta a un amigo, pareja o ser querido es como un bálsamo para nuestras almas digitales. Es una oportunidad de demostrar afecto, de dedicar tiempo y esfuerzo a expresar lo que sentimos. No se trata solo de comunicar información, sino de conectar de una manera más profunda y personal.
Así que, mis estimados lectores, les invito a sumarse a esta celebración del 7 de febrero. Dediquen unos minutos a escribir una carta, aunque sea breve, y envíenla con amor. Revivamos la tradición de las cartas escritas a mano y dejemos que la magia de las palabras impresas en papel recorra nuevamente nuestro mundo.



Y quién sabe, tal vez este pequeño acto desencadene un resurgimiento de la belleza perdida en la correspondencia escrita. Hagamos de este día de escribir una carta un momento especial para reconectar con las emociones. 
Hasta la próxima, queridos lectores. Que sus días estén llenos de churros, chocolate y, por supuesto, la dulce melancolía de una carta escrita con amor. 


¡Nos vemos en la próxima crónica de la señora Porrúa!

Vuestra siempre, La Porrúa 

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