De tapas y transformaciones

  Un Viaje a la Sociedad Individualista. 

     De tapas a reservas.

Queridos lectores, permitidme adentrarme en la dualidad de tiempos pasados y presentes, donde el aroma de las tapas se entrelaza con la nostalgia de lo que fue y la realidad de lo que es.

Recordemos aquellos días en que la gasolina fluía no solo a través de las mangueras, sino también a través de sonrisas y saludos cordiales. Antes, detenerse en una estación de servicio era más que una simple transacción; era un intercambio de energía humana, un momento efímero de camaradería en la carretera. Pero ahora, nos encontramos solos frente a la máquina, con la única compañía de nuestros propios pensamientos mientras llenamos el depósito.
Las cajas de auto pago en los supermercados son testigos mudos de nuestra transición hacia una sociedad más individualista. Antes, el cajero o la cajera no solo escaneaban nuestros productos, sino que también escuchaban nuestras historias, nuestras alegrías y nuestras penas. Ahora, nos enfrentamos a una pantalla fría y despersonalizada, donde el único sonido es el pitido electrónico de las barras de código.
Cajas auto pago.
Y qué decir de Ikea, el templo del yo global, donde la autonomía se eleva a su máximo esplendor. Coges, pagas, cargas, transportas y montas, todo sin la necesidad de la intervención humana. Es el pináculo del individualismo, donde la habilidad de valerte por ti mismo se convierte en un mantra moderno, mientras la comunidad se desvanece en el horizonte de las cajas registradoras automáticas.
Es cierto, queridos lectores, que esta nueva era de autogestión tiene sus ventajas. La conveniencia y la eficiencia son sus estandartes, pero ¿a qué precio? ¿Acaso hemos olvidado el calor de una conversación amistosa en la cola del supermercado o el consuelo de un rostro conocido en la estación de servicio?
Es en estas reflexiones donde encontro mi añoranza por los días de antaño, cuando las tapas eran más que simples bocados, eran la excusa perfecta para compartir risas y recuerdos con amigos y desconocidos por igual.
Bar de Granada.
Recordarán queridos amigos, cómo Pepe y yo solíamos aventurarnos por los callejones de Granada, en busca del Santo Grial de las tapas. No había mapa ni guía que nos indicara, solo seguíamos el murmullo de las conversaciones y el aroma de las delicias culinarias que nos aguardaban en cada esquina, bastaba entrar y dejarse llevar por el bullicio y el aroma a cocina casera. En el presente, aseguras tu mesa con semanas de anticipación y una vez instalado, te aferras a ella como un navegante a su bote en medio de la tempestad, sabiendo que cualquier movimiento te llevaría hacia el caos de la multitud. Permítanme añorar aquellos días donde la única preocupación era elegir entre una tortilla de patatas o unas croquetas, y no si encontraríamos un sitio donde disfrutarlas sin reserva previa.
Así que levanto mi copa una vez más, brindando por los tiempos pasados y los presentes, con un toque de melancolía. Porque aunque el mundo cambie y la soledad individualista nos rodee, siempre nos quedará las tapas de Granada 

Vuestra siempre, La Porrúa

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Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo, no siempre " aquel tiempo pasado fue mejor" pero sobre todo es una pena que para tomar una tapa, tengas que decidirte un mes antes, jjjjj

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