TURISMOFOBIA: NOSTALGIA O REALIDAD
¿ESTA TRANSFORMANDO EL TURISMO EL ALMA DE NUESTRAS CIUDADES?
Queridos lectores, os invito a acompañarnos una vez más en un paseo por las
calles empedradas de nuestra querida Granada, donde las piedras llevan impresas
las huellas de siglos de historia. Hoy, os hablo desde el corazón del Albaicín,
ese rincón tan nuestro, donde las casas blancas se alzan entre laberintos de
callejuelas, testigos de un pasado lleno de vida y tradiciones.
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Recuerdo, como si fuera
ayer, aquellos días en los que Pepe y yo paseábamos por el Albaicín, sin
rumbo fijo, dejándonos llevar por el sonido de la guitarra flamenca que salía
de alguna ventana abierta, por el aroma a jazmín en las noches de verano..
era un tiempo en el que el barrio respiraba tranquilidad, donde el saludo
entre vecinos era casi una ceremonia, y cada rincón guardaba una historia que
contarnos. Sin embargo, hoy, mientras caminamos por esas mismas calles,
nos encontramos con una realidad distinta. El Albaicín, ese tesoro escondido,
ha sido descubierto por el mundo, y con ello, ha llegado una avalancha de
turistas que, aunque
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maravillados por su belleza, parecen no comprender la esencia de este lugar. No me
malinterpretéis, queridos lectores, sé que el turismo es parte de lo que
mantiene viva a nuestra ciudad, pero me pregunto a qué precio. Las tiendas de
barrio han sido reemplazadas por negocios de souvenirs, los patios tranquilos
ahora son escenarios para interminables sesiones de fotos, y las conversaciones
en la plaza se ven interrumpidas por el bullicio de grupos guiados, que
recorren las calles con prisa, sin tiempo para detenerse a sentir la magia del
lugar.
Pepe,
siempre tan observador, me dijo hoy mientras nos sentábamos en un banco con
vistas a la Alhambra: "Mira, Porrúa, antes, estos bancos eran un refugio
para los vecinos que venían a compartir la tarde, ahora son apenas una parada
rápida en la ruta turística". Y no pude evitar sentir una punzada de
tristeza, porque tiene razón.
Pero la "turismofobia", ese sentimiento que crece en el corazón de quienes ven su hogar
transformarse en un parque temático, no se limita solo al Albaicín. Basta con
caminar por el centro de Granada, junto a la Catedral y la Capilla Real, para
darse cuenta de que la esencia de nuestra ciudad se desvanece entre cadenas de
cafeterías extranjeras y puestos de dulces turcos.
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Donde antes podíamos disfrutar de
un pionono granadino, ese dulce tan nuestro, ahora es difícil encontrarlo
entre tanta oferta foránea. Las
tiendas de toda la vida, esas que daban carácter y autenticidad a nuestras
calles, van desapareciendo, dejando lugar a locales que podrían estar en
cualquier otra ciudad del mundo.
Queridos lectores, ¿nos estamos convirtiendo en una ciudad sin alma, donde lo
global desplaza a lo local? Es una pregunta que me hago cada vez que paseo
por estas calles que tanto amo.
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Porque el riesgo de perder nuestra
identidad está ahí, y depende de nosotros, tanto locales como visitantes, el
mantener viva la esencia de Granada.
A pesar de
todo, quiero creer que aún queda esperanza. Que entre tanto turista, hay
quienes llegan a esta ciudad no solo para admirarla, sino para conectarse con
su verdadera esencia, comprendiendo que Granada no es solo una postal, sino
un lugar lleno de vida, historia y alma.
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Porque,
queridos amigos, todavía hay quienes valoran el encanto auténtico del Albaicín,
cuando era un remanso de paz y autenticidad, y quienes recuerdan con cariño los
tiempos en que el centro de nuestra ciudad se impregnaba del aroma de los
piononos.
Vuestra
siempre, la Porrúa
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Enhorabuena por el Blog!!. Cada tema es más interesante que el anterior!!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
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