Noviembre en la penumbra, relatos que calientan el alma y despiertan la imaginación. ¿Encendemos la luz, o no?
Noviembre. ¿Encendemos la luz, o no?
Relatos que despiertan la imaginación.
Queridos lectores,
Estábamos Pepe y yo dando un paseo por la Gran Vía, en uno de esos días de noviembre en los que el frío ya se empieza a colar por todos lados.
Las hojas secas cubrían las aceras y el aire tenía ese olor tan especial, mezcla de tierra mojada y brisa otoñal que, no sé a vosotros, pero a mí me hace pensar en historias de misterio y en aquellas leyendas que nuestras abuelas y madres contaban cuando éramos pequeños.Así que allí íbamos, Pepe y yo, pisando hojas y resoplando con el frío, cuando llegamos a la altura de la heladería "los Italianos". Y, como cada año, allí estaba en el escaparate la muñeca de la señora de las castañas, esa que han puesto desde tiempos inmemoriales para anunciar el frío con sus castañas de mentira. Pepe, que siempre se pone nostálgico en esta época, se detiene y me mira con ese brillo en los ojos.
-Porrúa, ¿te acuerdas de cuando éramos críos y nos compraban el cucurucho de castañas? Nos calentaban las manos y el alma, y después íbamos a casa, nos sentábamos alrededor de la mesa camilla con el brasero y, entre una castaña y otra, alguien empezaba a contar alguna historia de miedo.
-Pepe, claro que me acuerdo. Aquellos cuentos eran la mejor parte del otoño. Bastaba que alguien lanzara la primera historia para que todos los demás se animaran, y allí nos quedábamos hasta bien entrada la noche, con los pelos de punta. Este mes está lleno de misterio y nostalgia. Ya sabes, el ambiente otoñal, las primeras lluvias, las hojas cayendo…
Además, en noviembre la gente todavía está con el recuerdo de los difuntos, y ya va apeteciendo algo de historia con un poco de tinieblas y misterio. Perfecto para contar leyendas de aparecidos, amores imposibles y promesas incumplidas que siguen resonando entre las calles estrechas de Granada. Eso, en noviembre, cobra otra magia.
Así que hoy, en este frío noviembre y en honor a esas noches de antaño, os traigo una de esas leyendas que no falla en ponerle a uno la piel de gallina. Tomad asiento y aseguraos de estar bien abrigados, porque esta historia os va a dejar fríos… y no precisamente por el clima.
Dicen que esta historia sucedió aquí mismo, en Granada, en un piso de estudiantes donde vivían cuatro chicas. Era un viernes, y dos de ellas se habían ido a sus pueblos, dejando a las otras dos en la casa. Pero una de las que se quedó decidió irse a dormir al piso de una amiga, y así fue como la última quedó sola en el piso.
Pasada ya la medianoche, la chica que se había ido al otro piso recordó que se había dejado el pijama. Así que volvió a casa, y como no quería molestar, prefirió no encender la luz. Entró a oscuras, tanteó su pijama, y se fue de nuevo, tan tranquila.
Pero a la mañana siguiente, cuando regresó, la policía ya estaba en la vivienda. Encontró el cuerpo de su compañera en el suelo, tapado con una sábana, y en la pared —o quizás en un espejo, dicen— había un mensaje escrito con pintalabios rojo: “Suerte que no encendiste la luz.”
Así que ya sabéis, queridos lectores, noviembre es el mes ideal para contar historias que nos hagan pensar dos veces antes de cruzar un pasillo a oscuras. ¿Encendemos la luz, o no? Vosotros decidid.
Vuestra siempre, la Porrúa.
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🫣🫣🫣 historias de intriga que nos dejan con sed de más post, Porrúa!! ¿Para cuando el próximo?
ResponderEliminarQué alegría saber que disfruta de las historias! seguimos explorando, así que pronto habrá más. ¡Gracias por leer!"
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