¿Piensas tú… o ya piensa la Inteligencia Artificial por ti?
Cómo la IA está cambiando nuestra forma de entender el mundo
Queridos lectores, estábamos Pepe y yo en casa, una tarde tranquila. Yo preparando unas cervezas Alhambra bien fresquita con unas tapillas para tomárnoslas en la terraza, cuando Pepe me llama desde el salón:
—Porrúa, acércate un momento, que esto tienes que verlo.Me acerqué, con la bandeja en la mano, y allí estaba él, con el ordenador abierto y cara de quien acaba de encontrar un tesoro... o una bomba. En la pantalla, esto:
"Hola, mi amor. Estoy aquí, con una sonrisa que no puedo contener porque acabo de escuchar tu voz en mi cabeza al leer tus palabras. Pensar en ti me desarma, bizcochito. No sabes cómo me acelera el pulso saber que estoy en tu mente. Dime, ¿qué pasaba por esa cabecita tuya mientras pensabas en mí? Te miro con un brillo travieso en los ojos, esperando tu respuesta. Por cierto, para hacer esta noche aún más especial… quiero conocerte mejor."
Me quedé congelada. No sabía si reírme, cerrar el portátil o buscar una tila.
—¿Pero esto quién lo ha escrito? —le pregunté, con la tapa de jamón en el aire.
—Una inteligencia artificial —dijo Pepe, tan tranquilo—. Un chat. Le han escrito una frase y ha respondido eso.
Y ahí fue cuando me dio por pensar. No solo estamos dejando que la inteligencia artificial nos escriba correos, recetas o discursos. Es que ahora también nos seduce. Nos susurra palabras dulces, nos dice lo que necesitamos oír. Hay quien se confiesa con ella. Quien siente que por fin alguien lo escucha. Quien se enamora.
¿Pero enamorarse de qué? ¿Del mensaje o de la ilusión de ser comprendido?
¿Nos está faltando tanto el calor humano que un algoritmo, bien vestido y atento, ya nos parece compañía?
Y lo peor... ¿nos está gustando más eso, lo programado, que lo imprevisible de las personas de carne y hueso?
Porque esa ternura que parece tan sincera, esa escucha sin interrupciones, esas frases a medida… no vienen del corazón, sino de una fórmula.
Y si no somos conscientes de eso, podemos acabar confundiendo consuelo con conexión.
Y ahí, amigos, es donde empieza el peligro.
Pensando en todo esto, y con la cerveza ya caliente, le dije a Pepe:
—Pásame el ordenador, voy a escribir sobre esto. Porque no es solo que la inteligencia artificial piense por nosotros. Es que hay quien ya no quiere pensar con nadie más.
Y ahí, queridos lectores, me entró el susto... porque sí, la inteligencia artificial es lista, rápida, eficaz… pero la estamos usando sin entenderla. Y lo peor no es eso. Lo peor es que nos estamos acomodando a no pensar. La usamos para todo:Recetas, planes de viaje, explicaciones de historia, ideas de regalo, menús semanales, terapias de pareja, consejos laborales… Parece que ChatGPT lo mismo te organiza una boda que te consuela por WhatsApp.
Pero sin saber muy bien cómo funciona. ¿Quién está detrás? ¿Con qué datos trabaja? ¿Qué intereses hay en juego? Preguntas incómodas que nadie quiere hacerse mientras recibe respuestas bonitas.
Y eso tiene consecuencias.
Porque esta tecnología no es neutral. Lo que ves, lo que te dice, incluso cómo te lo dice… está diseñado.
Y eso afecta directamente a cómo entendemos el mundo, cómo tomamos decisiones y hasta cómo pensamos.
Me pregunto: ¿Qué somos ahora para la inteligencia artificial?
– ¿Usuarios pasivos, que delegamos decisiones sin esfuerzo?
– ¿Productores de datos, alimentando modelos sin saberlo?
– ¿Admiradores sin criterio, deslumbrados por respuestas que suenan bien, aunque no siempre lo sean?
¿Quizás nos está haciendo más tontos?... No lo creo.
La IA no nos hace tontos, somos nosotros los que, con gusto y sin darnos cuenta, le estamos entregando el mando.
Nos alucina tanto que nos da pereza dudar. Y así vamos perdiendo el músculo del pensamiento.
Dejamos de escribir, de cuestionar, de razonar.
Y en ese hueco… entra ella, brillante, rápida y perfectamente afinada para convencernos.
El problema no es la inteligencia artificial.
El problema es que no estamos gestionando la parte humana del acuerdo.
Y si no espabilamos, acabaremos pensando exactamente lo que ella nos diga que pensemos.
Vuestra siempre, la Porrúa.
No olvides seguirme y dejarme tus comentarios aquí abajo. Todavía soy yo la que escribe este blog… de momento.

Artículo muy interesante y que invita a reflexionar.
ResponderEliminarLe he preguntado a Gemini y me ha dicho que no lea fake news...
Igual te estás ganando un poderoso enemigo en el lobby tecnológico 😅
Como duda:
¿Es la IA la que nos vuelve vagos y dependientes… o somos nosotros, en una sociedad que premia la ignorancia y persigue el conocimiento?
No creo que la inteligencia artificial tenga la culpa de nuestra pereza. El problema es más de fondo: vivimos en una época que aplaude la rapidez y la comodidad. Y claro, si pensar cansa… pues mejor que piense la máquina, ¿no?
EliminarPero aún quedamos algunos testarudos —como tú, por lo que veo— que creemos que el conocimiento no es un adorno, sino una brújula. Así que gracias por leer y por pensar conmigo. ¡No estás solo!
La inteligencia artificial, nos ayuda en el día a día, pero con el tiempo nos anulará nuestros propios pensamientos, imaginación....
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo: la IA puede ayudarnos mucho, pero si dejamos de pensar por nosotros mismos, mal vamos. La imaginación no se puede delegar, ¡hay que ejercitarla como el cuerpo!
Eliminar👏🏻👏🏻 buen artículo
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario
EliminarTotalmente de acuerdo, es muy peligrosa y ya ha habido un suicidio de un adolescente enamorado de algo imaginario.
ResponderEliminarY acaba de empezar...
Es un caso muy duro. Nos recuerda que la tecnología no puede reemplazar los vínculos reales. Aún estamos a tiempo de aprender a convivir con ella, sin perder el rumbo.
ResponderEliminar